Son calderas en las que el combustible es una energía renovable: biomasa, que está compuesta por materia orgánica de origen animal y vegetal. Normalmente se trata de residuos agrícolas, de los montes o de la industria de la madera (cortezas, astillas, serrines….). Uno de los más utilizados son los pellets, que son pequeños cilindros compuestos de serrín, virutas, astillas molidas y demás residuos, todos ellos comprimidos.
¿Cómo transporta el calor?
Los sistemas de distribución más habituales para estas calderas son:
Radiadores: elementos que intercambian el calor entre el agua caliente y el espacio que se va a calentar.
Suelo radiante: en este sistema de distribución los radiadores se sustituyen por un sistema de tubos que se colocan por debajo del suelo, y por ellos circula el agua caliente. En este caso el suelo se convierte en emisor de calor.
El suelo radiante distribuye homogéneamente el calor, esto lo hace aún más eficiente y aumenta el confort de la estancia.
Aptas para sistemas centralizados en edificios o viviendas unifamiliares, aportando ahorros superiores al 10% en comparación con los combustibles fósiles.
El combustible utilizado ofrece una mayor seguridad que uno fósil, por riesgos de explosión.
Son aptas para viviendas unifamiliares y para edificios.